La preescritura
denomina el conjunto de actuaciones encaminadas a preparar a una persona para
realizar el aprendizaje de la escritura. Básicamente considera los procesos
intelectuales, perceptivos, motrices y afectivos que la posibilitan y busca la
metodología más idónea para conseguir su maduración y desarrollo.
Destaca en primer
lugar el hecho de que la escritura es comunicación semiótica. Consecuentemente,
cabe desarrollar una metodología de la comunicación que partiendo de los
primeros lenguajes (música, lenguaje oral) permita al sujeto llegar, a través
de un proceso de aprendizaje y experimentación -creación de símbolos,
reconocimiento y creación de códigos simbólicos, uso de códigos sociales-, al
código de la escritura. Pero la escritura es también realización gráfica.
En este sentido, la preescritura debe
conseguir, respetando las leyes generales de maduración, un desarrollo motriz
adecuado que garantice la ejecución de los rasgos que forman la escritura.
Particularmente atenderá a los elementos que intervienen en la inscripción por
ser unos indicadores del proceso de maduración del sujeto y por su influencia
en la formación de las letras. Por último, la consideración del aspecto
personal de la escritura hace que se fomente su valor vivencial.
Para lograrlo hay que realzar en su sentido
individual, instrumental y social las producciones gráficas que los
preescolares realicen. Toda esta complejidad aboga por la realización de
programas específicos que consideren la naturaleza e importancia de la
escritura. Estos deben respetar, por una parte, los aportes que realizan otras
materias como la psicomotricidad, el dibujo y las actividades plásticas. Por
otra, deben favorecer, a través de ejercicios específicos, la realización de los
movimientos de progresión y de inscripción, elaborando una metodología de los
rasgos gráficos que considere su orden de ejecución y dé normas relativas a su
enseñanza.