CUADERNO DE TRABAJO CONOCIENDO MI CUERPO

 






la más practica forma de enseñar los cinco sentidos a nuestros niños ya que de esta manera aprenderán a desarrollar más su sistema motriz.

 

 

El sistema nervioso debe recibir y procesar información sobre el mundo exterior a fin de reaccionar, comunicarse y mantener el cuerpo sano y seguro. Mucha de esta información proviene de los órganos sensoriales: los ojos, los oídos, la nariz, la lengua y la piel. Células y tejidos especializados en estos órganos reciben los estímulos sin procesar y los traduce en señales que el sistema nervioso puede utilizar. Los nervios transmiten las señales al encéfalo, que las interpreta como imágenes (visión), sonidos (audición), olores (olfato), gustos (gusto) y percepciones táctiles (tacto).

 

 




Los ojos se ubican en las órbitas de la estructura ósea de la cabeza, protegidos por hueso y tejido graso. La esclerótica es la parte blanca del ojo. Protege las estructuras interiores y rodea un portal circular formado por la córnea, el iris y la pupila. La córnea es transparente para permitir que la luz ingrese al ojo, y es curva para dirigir la luz a través de la pupila, que se encuentra por detrás. La pupila es, en realidad, una abertura en el disco coloreado del iris. 



El iris se dilata o se contrae, y así regula cuánta luz pasa a través de la pupila y llega al cristalino. El cristalino curvo luego centra la imagen en la retina, la capa interior del ojo. La retina es una membrana delicada de tejido nervioso que contiene células fotorreceptoras. Estas células, los bastones y los conos, traducen la luz en señales nerviosas. El nervio óptico transporta las señales desde el ojo hasta el encéfalo, el que las interpreta y forma imágenes visuales.

 

 




Música, risas, bocinas de los autos, todas llegan a los oídos como ondas sonoras por el aire. El oído externo actúa como embudo para transportar las ondas por el canal auditivo (el meato acústico externo) hasta la membrana timpánica (“tímpano”). Las ondas sonoras golpean la membrana timpánica, y crea vibraciones mecánicas en la membrana.


 La membrana timpánica transfiere esas vibraciones a los tres pequeños huesos, conocidos también como huesecillos del oído, que se encuentran en la cavidad llena de aire del oído medio. Esos huesos, el martillo, el yunque y el estribo, transportan las vibraciones y golpean contra la abertura al oído interno. El oído interno consiste en canales llenos de líquido, incluida la cóclea, con forma espiralada. Cuando se produce el golpe de los huesecillos, células pilosas especializadas que se encuentran en la cóclea detectan ondas de presión en el líquido. Activan receptores nerviosos, con lo que envían señales a través del nervio coclear hacia el encéfalo, el que interpreta las señales como sonidos.


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