Un fabuloso tigre negro que habitaba la selva del Amazonas estaba cansado de dormir a la intemperie. Pensaba casarse muy pronto y, para casarse, hay que tener una casa.
Por eso decidió construir una choza con todas las
comodidades, a la orilla de un río. Pero no era el único que planeaba construir
en ese lugar… Un delicado venado blanco tenía idénticos propósitos, ignorante
de que por allí andaba una de sus mayores amenazas.
Una mañana, antes de que saliera el sol, el venado comenzó a
preparar el terreno para construir y salió de paseo. En ese momento llegó el
tigre, quien se sorprendió al ver que la superficie estaba lista y despejada
para fincar. “Con seguridad Tupa, el misterioso dios de la selva, ha venido a
ayudarme”, pensó, y comenzó a trabajar con unos troncos que ya estaban
cortados. Horas después, ya exhausto, se alejó de allí para descansar.
Al amanecer siguiente llegó de nuevo el venado y al hallar
tan avanzada la obra también creyó que el enigmático Tupa le había prestado
ayuda. Le puso techo a la choza, la separó en dos habitaciones, y se puso a
vivir en una de ellas. Por su parte, el tigre negro llegó más tarde y al ver la
choza terminada, se instaló en la habitación situada junto al dormitorio del
venado.
Así transcurrió la noche. Ambos despertaron con sed y, al
dirigirse al río para beber, se encontraron frente a frente y comprendieron lo
que había ocurrido. “Bueno”, dijo el venado, “esto ocurrió porque Tupa quiere
que vivamos juntos, ¡qué raro! ¿verdad? Y como todavía somos solteros podemos
compartir esta choza ¿qué te parece?”.
El tigre respondió: “Está bueno. Podemos dividirnos las
tareas. Hoy a mí me toca ir por la comida.” El tigre salió de cacería y regresó
cargando ¡el cuerpo de un venado rojo! Al entregárselo al venado blanco éste lo
preparó, pero no probó bocado y aquella noche no durmió pensando en que el
tigre podría devorarlo.
Al día siguiente tocó al venado salir a buscar la comida.
Halló un tigre más grande que su compañero y, con la ayuda del oso hormiguero,
lo capturó y lo llevó a casa. “Mira”, le dijo al tigre negro, “aquí está la
comida”. El tigre negro cocinó la carne, pero no la probó. Cuando oscureció
tanto el tigre como el venado temblaban pensando en el ataque del vecino
No durmieron ninguno de los dos porque ambos se temían,
cualquiera de los dos podría adelantarse a quitarle la vida, por eso los dos
eran desconfiados y estaban sobresaltados.
Accidentalmente el venado golpeó la pared de su cuarto. El
tigre reaccionó con un rugido. Ambos creyeron que la guerra había comenzado y
salieron huyendo. La choza quedó abandonada y fue ocupada por un grupo de monos.
En la noche, otra vez a la intemperie, el tigre negro
pensaba “¡Tan sencillo que hubiera sido conversar y ponernos de acuerdo, ahora
que yo estaba pensando volverme vegetariano!” El venado blanco, vagando bajo la
lluvia también reflexionaba: “extraño al tigre. Hubiera sido increíble vivir
juntos y reunir a nuestras familias… Ahora tendremos que empezar de cero”.
Esto sucede cuando dos personas o animales que no se conocen
bien, no pueden vivir juntos porque en cada momento van a desconfiar uno del
otro. Por eso debemos tener y formar una amistad sincera para vivir feliz.